En una sociedad donde hay padres más participativos en la crianza, pero a veces con poco tiempo para estar con los hijos, Mónica Berstein, directora de la carrera de Educación Parvularia de la Universidad Andrés Bello, explica que pequeños gestos como bajarse a la altura de sus ojos cuando nos hablan y atenderlos con real interés, pueden ser muy significativos para el desarrollo y educación de los menores.
En los últimos años se ha visto un modelo de padre un poco más participativo en las labores de crianza de los hijos, lo que según explica Mónica Berstein, directora de la carrera de Educación Parvularia dela Universidad Andrés Bello, se ha comprobado ser relevante en el desarrollo de los niños. “La familia es la institución social fundamental en nuestra sociedad siendo uno de los contextos principales para el desarrollo del niño. En ella los pequeños aprenden y definen su rol social, comprende cómo son valorizadas sus características y actividades lo que determina su autoestima como persona”, enfatiza.
Mónica Berstein agrega que se han realizado muchos estudios acerca de los diferentes estilos de familia y sus influencias en el desarrollo de los niños, todos ellos apuntan a que las familias bien constituidas, en las cuales ambos padres comparten la crianza de los hijos basados en un clima de afecto, que estimule el logro de la autonomía, fortalezca la identidad y los valores, tiene una influencia muy positiva en el desarrollo de un personalidad psicológicamente sana, niños menos agresivos, mejor autoestima, con mejores habilidades sociales e incluso mejores resultados en el colegio.
Si bien en la sociedad actual se puede ver a muchos padres jóvenes que se involucran un poco más en la crianza cambiando pañales, dando de comer a los niños, no siempre ocurre los mismo con su participan en la educación. Asisten poco a las reuniones de padres y apoderados, dejando un poco ese ámbito a cargo de las madres. En este sentido Mónica Berstein añade que la casa y la escuela son dos contextos diferentes, pero el niño sigue siendo uno.
Por ello a juicio de la educadora es necesario establecer una relación de convivencia cercana ente ambos contextos en el que los criterios educativos sean consensuados y compartidos por ambos padres y por la escuela, en la medida que esto se logre, el niño comprenderá que su vida como escolar persigue los mismos fines que en el contexto familiar, es decir el desarrollo de su personalidad, la formación valórica y la adquisición de hábitos de trabajo y sociales. Esto aporta una gran tranquilidad y seguridad al niño.
La sociedad actual donde la mayoría de los padres pasa demasiadas horas en el trabajo deja poco tiempo a los padres para compartir con sus hijos y preocuparse de su educación en forma cercana. En este sentido, Mónica Berstein explica que más importante que la cantidad de tiempo que se dispone para los hijos, es la calidad de este tiempo. Muchas veces basta con tener actitudes positivas como el mostrarse realmente interesado en él cuando nos habla, tener unos minutos para escucharlo atentamente, sin interrupciones de celular o del teléfono, bajarse a la altura de sus ojos y atenderle, demostrar afecto con palabras y gestos, tratar de encontrar momentos rutinarios como el comer juntos, valorizar sus logros, respetar sus necesidades, nada de esto toma demasiado tiempo; sin embargo, son actitudes que van indicando al niño que son queridos y valorados, marcando de esa forma el camino al desarrollo de una personalidad positiva, autónoma y sana.
Edición: Universia / JM.
En los últimos años se ha visto un modelo de padre un poco más participativo en las labores de crianza de los hijos, lo que según explica Mónica Berstein, directora de la carrera de Educación Parvularia de
Mónica Berstein agrega que se han realizado muchos estudios acerca de los diferentes estilos de familia y sus influencias en el desarrollo de los niños, todos ellos apuntan a que las familias bien constituidas, en las cuales ambos padres comparten la crianza de los hijos basados en un clima de afecto, que estimule el logro de la autonomía, fortalezca la identidad y los valores, tiene una influencia muy positiva en el desarrollo de un personalidad psicológicamente sana, niños menos agresivos, mejor autoestima, con mejores habilidades sociales e incluso mejores resultados en el colegio.
Si bien en la sociedad actual se puede ver a muchos padres jóvenes que se involucran un poco más en la crianza cambiando pañales, dando de comer a los niños, no siempre ocurre los mismo con su participan en la educación. Asisten poco a las reuniones de padres y apoderados, dejando un poco ese ámbito a cargo de las madres. En este sentido Mónica Berstein añade que la casa y la escuela son dos contextos diferentes, pero el niño sigue siendo uno.
Por ello a juicio de la educadora es necesario establecer una relación de convivencia cercana ente ambos contextos en el que los criterios educativos sean consensuados y compartidos por ambos padres y por la escuela, en la medida que esto se logre, el niño comprenderá que su vida como escolar persigue los mismos fines que en el contexto familiar, es decir el desarrollo de su personalidad, la formación valórica y la adquisición de hábitos de trabajo y sociales. Esto aporta una gran tranquilidad y seguridad al niño.
La sociedad actual donde la mayoría de los padres pasa demasiadas horas en el trabajo deja poco tiempo a los padres para compartir con sus hijos y preocuparse de su educación en forma cercana. En este sentido, Mónica Berstein explica que más importante que la cantidad de tiempo que se dispone para los hijos, es la calidad de este tiempo. Muchas veces basta con tener actitudes positivas como el mostrarse realmente interesado en él cuando nos habla, tener unos minutos para escucharlo atentamente, sin interrupciones de celular o del teléfono, bajarse a la altura de sus ojos y atenderle, demostrar afecto con palabras y gestos, tratar de encontrar momentos rutinarios como el comer juntos, valorizar sus logros, respetar sus necesidades, nada de esto toma demasiado tiempo; sin embargo, son actitudes que van indicando al niño que son queridos y valorados, marcando de esa forma el camino al desarrollo de una personalidad positiva, autónoma y sana.
Edición: Universia / JM.